martes, 11 de noviembre de 2008

Recorrido por el Museo del Traje

El Museo del Traje o Centro de Investigación del patrimonio etnológico (CIPE) es un museo de reciente creación (abril del 2004). Situado en una zona privilegiada, la Ciudad Universitaria, se aleja del centro neurálgico de la ciudad y aprovecha la naturaleza de su entorno que permite pasear y disfrutar del ambiente del campus: amplios espacios para caminar, restaurante y cafetería con vistas al jardín. Además, es frecuente encontrar estudiantes de Belles Artes, Arquitectura, Medicina o Educación Física en los espacios circundantes.

El edificio, dispuesto para albergar una amplia colección de vestidos de todas las épocas, fue levantado entre 1971 y 1973. En un principio se concibe para reunir la colección de Arte Contemporáneo Español pero hacia 1993 se trasladoron los fondos al actual Museo Nacional de Arte Reina Sofía convirtiéndose el edificio del actual CIPE en la sede del Museo de Antropología hasta el año 2004. A diferencia del Museo Nacional de Arte Abstracto de Cuenca, tratado en una entrada anterior, la estructura del edificio del Museo del Traje se creó desde el principio con fines museológicos y conforme a los criterios del Congreso de Arquitectura de Museos de 1968. Este cometido favorece las nuevas reformas que deseen hacerse en lo sucesivo tanto para mejorar tanto el aspecto del museo, como sus servicios.

A comienzos del siglo XX con la democratización del arte y la cultura, y coincidiendo con las vanguardias, surge también la democratización en la industria de la moda. Mujeres y hombres comienzan a interesarse por su vestimenta y la industria textil, entendida como creación, comienza a elevarse a la categoría de arte. Diseñadores, fotógrafos y modelos comienzan a proliferar en un mundo cada vez más modernizado en todos los ámbitos. El Museo del Traje quiere mostrarnos esa evolución en las formas de vestir desde el siglo XVI hasta la actualidad. En un espacio dividido en diferentes salas, conviven lo moderno con lo clásico, lo actual con lo antiguo. Una grabde y diáfana entrada nos sugiere una sensación de vacío que a medida que vamos penetrando en las salas va dejando un halo de misterio y evocación. Quizá ayuda la luz tenue que nos acompaña en todo el recorrido y que sólo se enciende al acercarnos, programada así para preservar la riqueza del delicado material que cubre los maniquíes tras las vitrinas. De forma cronológica, vamos adentrando en los hábitos y costumbres etnológicas de nuestros ancestros, perfectamente caracterizados en escenarios acordes a cada época: el ampuloso siglo XVII, la España del "majismo" retratado por Goya en el XVIII, o la moda afrancesada del XIX conviven con diseños actuales de Pertegaz, Balenciaga, Agatha Ruiz de la Prada, etc.

¿A quién no le llama la atención acercarse al pasado?. El CIPE no es un mueso común, no es un museo de artistas reconocidos cuya obra ha quedado para la posteridad. Se trata de algo mucho más cercano a nosotros, algo con lo que debemos sentirnos más comprometidos porque se trata, al fin y al cabo, de nuestro pasado. Para quien este contenido no le resulte cuanto menos curioso, quizá la propuesta lúdica del Museo atraiga en mayor grado su opinión. A través de salas paralelas al recorrido de la exposición, se propone al visitante que disfrute disfrazándose con trajes de época, que pruebe el pesado polisón que llevaban las mujeres en el siglo XIX, que conozca los distintos materiales y tejidos, o que desfile por una pasarela rodeado de obras de famosos diseñadores actuales.

Belén Martínez



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